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Para entrar en contacto con la Gran Luz se debe acceder a la apertura de los cuatro niveles (cuatro mentes), os he hablado de ella la vez anterior, de los dos primeros niveles, ahora os hablaré de cómo abrir las otras dos puertas.
Para abrir la tercera puerta debes haber abierto las dos primeras antes.
La tercera puerta está por debajo del subconsciente: es el inconsciente.
La razón abre la primera puerta, el amor abre la segunda puerta – si estás enamorado de La Luz: no convencido, sino enamorado – sientes una armonía, una afinidad, un afecto.
La tercera puerta se abre con el rendimiento, el abandono, estás iniciado en la Luz, esta puerta permanece abierta.
Puedes estar contra la Gran Luz racionalmente.
No importa. La Luz permanece en contacto con vosotros.
Porque una vez que se abre la tercera puerta permanece siempre abierta.
¡Te has rendido!
Y es difícil cerrar la tercera puerta, muy, muy difícil.
Es difícil abrirla y es difícil cerrarla.
Un día puede suceder que decidas cerrarla y dejar de estar rendido.
O puedes ir a rendirte a algún otro.
Pero esto nunca sucede, porque cuando estas tres puertas están abiertas, la Luz trabaja para abrir la cuarta puerta.
Por tanto, es prácticamente imposible que queráis dejar de estar rendidos.
Antes de que consigas hacerlo, la Luz debe haber abierto la cuarta puerta que está más allá de vosotros.
Vosotros no podéis abrirla, igual que no podéis cerrarla.
Es el superconsciente.
Es necesario abrir las tres puertas en vuestro poder, de tal modo que la Luz pueda forjar la llave para abrir la cuarta puerta, porque vosotros no la poseéis.
El esfuerzo de la Gran Luz, para daros el poder del Conocimiento, consiste en tomarse el tiempo suficiente para entrar, a través de las tres puertas anteriores hasta la cuarta puerta y forjar la llave y abrirla, entonces ¡el Mundo ya no tendrá secretos!
Una vez abierta, tú ya no existes.
Ahora no podéis hacer nada.
Incluso podéis cerrar las otras puertas, pero la Luz posee la llave de la cuarta y siempre permanece en contacto.
Incluso si morís, no importa.
Si alcanzáis la razón más remota de la tierra o vais a la luna, no hay diferencia: la Luz tiene la llave de la cuarta puerta.
Y, de hecho, un verdadero Maestro no conserva nunca la llave.
Simplemente abre la cuarta puerta y tira la llave al mar.
Por tanto, no existe la posibilidad de que la roben o de que suceda cualquier otra cosa.
¡No se puede hacer nada!
Con muchos de vosotros la Gran Luz ha forjado la llave de la cuarta puerta y luego la ha tirado.
Por tanto, no tenéis que angustiaros sin razón: no hay motivo.
Ahora no podéis hacer nada.
Una vez abierta la cuarta puerta, ya no hay más problemas.
Los problemas existían antes.
Esa puerta ha permanecido cerrada durante millones de vidas, ha acumulado un sinfín de óxido.
Parece más una pared que una puerta.
Es difícil encontrar el agujero de la cerradura, cada uno de vosotros tiene una cerradura diferente, por tanto, no existe una llave universal, porque cada uno tiene su individualidad, parecido a las huellas dactilares, nadie puede tener las mismas huellas, ni en el pasado ni en el futuro.
Tu llave interior para encontrar la Gran Luz se asemeja a vuestras huellas dactilares.
Es totalmente individual: ninguna llave universal puede ser de ayuda.
Por eso es necesario un Maestro interior que encontrareis en la meditación y en contemplación de la naturaleza, porque es imposible adquirir una llave universal.
Cada uno tiene una puerta diferente, un canal diferente, un tipo de cerradura diverso y un sistema de cierre individual.
Una vez abierta la puerta, el Maestro está constantemente en contacto con vosotros.
Allí donde Él esté, allí donde vosotros estéis, la puerta permanece abierta.
Y esta puerta existe más allá del tiempo y del espacio.
Por eso se llama la supermente: es el superconsciente.
Se nos ha preguntado: "Visto que el Profetismo Moderno habla a menudo de Dios, querría saber vuestra idea sobre Dios y qué religión profesáis. ¿Qué significado tiene esta palabra? ¿Existen otros Dioses? ¿Quiénes son?"
R. En el momento en que tú no estás, tú también eres un Dios.
Querría hacerte notar que el Profetismo Moderno siempre ha llamado a esta entidad "La Gran Luz", luego te explico por qué.
Pero centrémonos en Dios.
Dios no es algo especial; Dios es nuestro propio ser.
Dios es nuestra propia existencia.
Cuando os digo que sois Dios, estoy diciendo simplemente que nosotros existimos, ¡que tú existes!
En nuestro lenguaje la Existencia es Dios, son sinónimos.
Nosotros afirmamos que incluso los árboles y los animales son Dios, como también las estrellas y también vosotros.
Claro, ¡hasta tú que me lees o que me has escrito eres Dios!
Tal vez no lo sabíais.
Vosotros podéis no ser conscientes de vuestra esencia divina.
¡Nosotros somos conscientes!
Y en el momento en que nos hicimos conscientes de nuestra esencia divina, nos hicimos conscientes también de la esencia divina de todos los demás.
Por tanto, me resulta difícil deciros cuántos Dioses existen.
Una infinidad… Todos los seres son Dioses en diferentes niveles de reconocimiento, de realización, de consciencia.
Pero pasemos a entender el problema del amigo que nos ha escrito.
Quien es occidental no consigue entender varias cosas, porque su idea de Dios es una idea extremadamente limitada, dictada por el cristianismo y otras religiones afines.
Tenéis una idea de Dios muy restringida.
En oriente, sobre todo en India tienen otras palabras para definir a Dios: ningún otro idioma tiene esa riqueza de lenguaje.
Es obvio, dado que durante siglos han trabajado en la dimensión interior, es natural que se hayan seguido todas las posibilidades implícitas en la existencia de Dios.
Es como para los esquimales: hemos oído decir que tienen nueve nombres diferentes para definir la nieve, porque conocen todas las cualidades de nieve que existen.
Ningún otro idioma posee nueve nombres para definir la nieve, ninguno la ve tan a menudo.
Y os sorprenderá saber que Buda nunca creyó en ningún Dios, y Cristo en la oración del Padrenuestro, dio a entender que el Creador es Padre de todos, que dentro de cada uno de nosotros está la semilla Paterna Divina.
Sabiendo que Dios está dentro (y fuera en la existencia) de nosotros, os digo claramente que habéis sido “bendecidos” por la existencia.
La gracia a descendido sobre nosotros.
Y en el momento en que sucede la visión (el conocimiento) tú desapareces, ya no existes.
El que es “bendecido” es alguien que ya no existe.
Nosotros no somos, Dios es: esta es la experiencia que nos hace bendecidos.
Esta paradoja debe ser comprendida.
El hombre nunca encuentra a Dios.
El hombre solo puede disolverse, desaparecer; en ese momento Dios existe.
En vuestra existencia desciende la presencia de Dios.
Todo el trabajo de la religión tiende simplemente a ayudaros a desaparecer en cuanto ego.
En el momento en que miras dentro de ti y no existe un Yo, no se encuentra el ego, sino total silencio, absoluto vacío, signo de que la materia se ha estabilizado… vosotros sois Dios.
No eres Dios contra los demás; no es que los demás no sean Dios, mientras que tú sí lo eres.
¡Vosotros sois Dios porque en ese caso solo Dios es!
Por tanto, no decimos que somos Dios, mientras los otros no lo son.
Declarándonos, declaramos que también vosotros sois divinos; y no solo vosotros: los animales, los pájaros, las rocas, toda la existencia se compone solo y únicamente de Dios.
No decimos que somos más santos que vosotros, ni que somos más especiales que vosotros.
Decimos simplemente que hemos "desaparecido" y en esa desaparición ha llovido la gracia, ha surgido el éxtasis: habéis entrado así en la "Gran Luz" que es Verdad.
Los hechos representan a la Verdad leída con conocimiento.
Es Verdad vista con ceguera, con ojos cerrados, sin inteligencia, de manera no meditativa.
En este caso la verdad se transforma en hechos.
Os pongo un ejemplo: encuentras a un Cristo o un Buda.
Si lo miras con ignorancia, es un simple hecho, un hecho histórico.
Han nacido un día preciso y un día morirán.
Son el cuerpo que eres capaz de ver.
Son personas con una determinada personalidad.
La historia puede tomar notar de ello; pero si los miráis, no de manera ignorante, sino con profunda consciencia, con atención, en silencio, entonces el hecho se disuelve y aparece la Verdad.
En este caso Cristo o Buda ya no son alguien nacido en un determinado día, sino que son los que nunca han nacido y que nunca morirán, representan la Totalidad, el Todo; son un rayo del infinito, un don del más allá hecho a la Tierra.
De repente, el hecho ha desaparecido, ahora está presente la Verdad.
Pero la historia no puede tomar nota de ello porque la historia está compuesta por hechos.
Hay dos métodos bien definidos.
El primero se llama historia: tiene en cuenta los hechos.
El otro es la mitología: toma nota de la Verdad.
No tenemos ninguna historia que hable de Buda, Mahavira, Cristo,… sería enfangar algo maravilloso, arrastrándolo en la turbia ignorancia de la humanidad.
De estas personas transmitimos mitologías escritas.
Es una parábola, que se limita a indicar la luna, es un signo, una flecha, que no dice nada.
Se nos ha preguntado: "Querría saber, ¿cuántos sois los que escribís sobre el Profetismo Moderno? Además, querría preguntaros: ¿es posible aclarar el concepto de amor, dado que habláis de él en todos los artículos?" R. Empiezo diciéndote que somos: ¡Uno, ninguno, cien mil! Como diría…
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Modern Prophets - Principles of Humanistic Logic
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